Queridas
familias:
Una
de las preguntas que habría que hacernos es: ¿se puede ser cristianos sin la
Eucaristía? Veamos un poco.
Ciertamente no la simple participación a la Misa nos
hace cristianos, sino el ser discípulos, seguidores de Cristo; aquellos que
buscan poner en práctica el Mensaje que El nos dejó. Pero no podemos reducir la
vida solo a este aspecto ya que, como hemos dicho el mes pasado es necesario
alimentar la vida cristiana y el alimento que Jesús nos dejó lo encontramos en
la Misa: el alimento de su Palabra y el alimento de su Cuerpo y de su Sangre.
La Misa celebra eficazmente el Misterio de la Salvación, la Muerte y la
Resurrección (que es una nueva creación, una restauración, una vida nueva). Un
acontecimiento éste de la Misa querido por Jesús para sus discípulos y no como
una opción sino como un mandato: “Haced esto en memoria mía”.
En palabras simples: podemos ser cristianos cuando Jesús nos acompaña por medio
de este “medio” querido por El. Este Sacramento es fundamental para nuestra
vida y sin él no hay mucha seguridad de estar en el camino querido por Jesús.
La
cultura religiosa de hoy por el contrario impone el criterio que la Misa no es
necesaria, o lo puede ser sólo cuando lo siento, lo necesito o por compromisos.
Y para esto se usa el eufemismo de la “sinceridad”, “autenticidad”, etc.
También, por lo que se ve, se usan, en lugar de la Eucaristía, como medios para
la vida cristiana, cosas superficiales, más sensibles que eficaces (como son
muchas devociones).
El
buen cristiano es aquel que decide con el mayor de los compromisos, hacerle
caso a Jesús y no a sus inclinaciones. Es aquel que sabe que sin conocer el
Mensaje de Jesús no somos fieles a El; es el que sabe que haciendo lo que el
nos manda (“Hagan todo lo que el les diga” Jn. 2) podemos crecer en humanidad y
como Hijos de Dios.
La
Misa, con sus dos mesas: la de la Palabra y la de la Eucaristía, es la síntesis
celebrativa de nuestra fe; es el momento en el cual Dios viene a nuestro
encuentro para enriquecernos y para unirnos. De hecho en la Misa es la Familia
de Dios que comparte y celebra la vida de Dios en ella. Es el momento en el
cual, por medio de la Palabra se nos marca el camino y se nos da el alimento
para transitarlo durante la semana.
Como
dijimos antes: no se insiste en la participación solo para que seamos muchos o
para que cumplamos, sino para que podamos
vivir y caminar juntos así como Jesús quiere. Todo esto exige
compromiso, ganas de participar, ganas de acompañar, perseverancia y
“soportación” (ayudarnos).
Al no vivir ya en una cultura medianamente cristiana
es oportuno aclarar los tantos y si decidimos algo saber el por qué lo vamos a
hacer.
Pongámonos
en la escucha del Evangelio de Marcos, evangelio que se usaba y se usa para la
educación e instrucción de los catecúmenos; así conoceremos más y mejor lo que
Jesús vino a realizar por nosotros.
Que
en este nuevo Año 2012 podamos crecer en calidad y, si también así Dios los
dispone con nuestra colaboración y ejemplo, en cantidad.
Con
la Bendición de Dios
p.
Darío
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