jueves, 2 de febrero de 2012

LA IGLESIA DEL FUTURO: ¿UN SUEÑO?


En la Biblia se describen distintos tipos de profecías. Y, a veces, el camino de la palabra pasa por los sueños. ¿Cómo será la Iglesia del futuro?, ¿cómo la podemos soñar? Si aún hay un lugar para un sueño, aquí va uno.
Soñar que la Iglesia del futuro será aquella que el Concilio Vaticano II insinuó: una comunidad de comunidades. La Iglesia será, ante todo, la Iglesia local. Cuando pensemos en la Iglesia, la imagen que asomará ya no será la de la pirámide sino la de la reunión. La Koinonía-Comunión será su nombre propio.
Para esa altura, habrán desaparecido ya los ordinariatos castrenses, resabio de las cruzadas, y también las prelaturas personales.

No habrá otra dignidad en la Iglesia que la de ser bautizado, y no habrá otra pertenencia que no sea la de una comunidad. Porque la Iglesia del futuro habrá comprendido que el sueño de comunión del Vaticano II sólo es posible si cada Iglesia local es, a la vez, ella misma, comunidad de comunidades. Y más allá de los nombres que estas reciban, resultará claro que la Iglesia es lo que hace; y lo que hace, es crear comunidad allí donde se encuentre. Sólo la comunidad es el lugar de la Teo-fanía (revelación), porque sólo en ella puede manifestarse un Dios, que en lo más profundo de su ser no es una soledad inmóvil, sino que es comunión de un Padre y un Hijo en la dinámica del Espíritu. Por eso, la Iglesia incesantemente alentará en la historia de los hombres la utopía de la fraternidad de la que nos da cuenta todo el Nuevo Testamento.
Soñar cuesta poco pero como es parte de nuestra existencia sería bueno confrontarla con el Evangelio y con los deseos del Concilio Vaticano II.

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