lunes, 9 de enero de 2012

EL BAUTISMO (1)


El Bautismo, como los demás sacramentos, hay que ubicarlos en el mundo Sacramental de la Iglesia. Los Sacramentos son Signos queridos por Jesús para expresar humana y visiblemente su “estar siempre con nosotros”, y que por supuesto no agotan su presencia, ni la encierran.
            También hay que ubicarlo dentro de lo que llamamos “La Iniciación cristiana”. Es decir el proceso por el cual una persona se hace cristiana.
Esta Iniciación tiene tres momentos que expresan por un lado la intervención de Dios y por otro el proceso de maduración en la vida de fe, proceso que llamamos “catecumenado”. Estos momentos son: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. Al finalizar este proceso podemos decir que “somos cristianos”.
El Bautismo es la puerta de entrada a la vida cristiana. Es el comienzo y no el fin. No se es cristiano por el hecho de ser bautizado. Se es cristiano (como dijimos antes) al final del proceso catecumenal que incluye, además de la educación, la aceptación y vivencia de los otros dos dones de Dios: la Confirmación y la participación completa a la Eucaristía.
Es importante comprender que los Sacramentos:
1. suponen la fe
      2. expresan la fe
            3. alimentan la fe

En el caso del Bautismo, éste no supone la fe del bautizado (a menos que no sea adulto) porque no la tiene, la recibirá. De allí que queda en claro esta primera verdad: es un don gratuito de Dios, sin merito del que lo recibe. Es un regalo.
¿Cómo llega este regalo? Por la fe de la Iglesia que hace de mediadora. Es ella, expresada en los padres, padrinos y Comunidad cristiana, que se comporta como Madre y comunica algo que no es de ella pero que está contenida en ella: la vida divina o cristiana. El bautizando recibe este don de Dios porque hay una Iglesia (comunidad de cristianos) que  se ofrece para comunicar la vida nueva (vida nueva: la que se expresa con la vida de fe, de esperanza y de amor)
Como consecuencia de esto surge una grave responsabilidad de la misma Iglesia entendida como Madre (Iglesia que son también los padres y padrinos, etc.). Esa responsabilidad es la de custodiar, seguir, acompañar la vida de fe del neo-bautizado. No se puede generar a la vida y luego abandonar esa vida. Lo veremos en otra oportunidad.
            El Bautismo expresa la fe: por un lado la fe de la Iglesia (comunidad, padres, padrinos, familias). El rito es un acto de fe en el Amor gratuito de Dios que se hizo humano en la presencia de Jesús, su muerte y resurrección.
Y por otro lado, la fe donada por Dios y transmitida por la Iglesia es una realidad que ya existe visiblemente en el bautizado. De esto no hay que tener dudas. Podrá estar como una semilla muy escondida, pero está.
            El Bautismo alimenta la fe: en la misma semilla de la fe se contiene el alimento que es el mismo Cristo Jesús. También se alimenta la fe de la Iglesia por el acto de fe que realiza. Dios actúa por medio de ese acto para iluminar y fortalecer la vida cristiana.

Esperemos que estas reflexiones nos ayuden a descubrir el amor de Dios que se nos manifiesta por medio de ritos, encuentros, celebraciones, con el único fin de entrar en comunión con nosotros y ayudarnos a recuperar una vida digna y plena

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