Con la mano en el
corazón, ¿merecemos que Dios nos envíe a su Hijo nuevamente? Y sin embargo Dios
nos ama tanto, tanto, que lo envía igualmente. Nadie acá tiene meritos
suficientes para exigirle algo a Dios. Lo que pasa es que el ser humano es la
criatura que salió directamente de sus manos y lleva dentro “su imagen y
semejanza” No hay otra criatura que posea esta característica y, aunque le
fallemos, Él no dejará de amarnos y buscarnos. Su único deseo es que podamos
gustar de su vida y para siempre (eternamente). Este es el fundamento de su
amor y también del por qué ese amor se expresó y expresa en el envío de su
Hijo.
La Navidad nos recuera esto. No
celebramos el nacimiento de Buda, ni de Mahoma, ni de Julio Cesar, ni de
Napoleón, etc. Tampoco celebramos el hecho de hacer fiesta porque es 24/25. La Navidad tiene como motivo
central ese amor de Dios manifestado en la presencia de Jesús. Salir de esto es
“paganizar” la Navidad. Y
entonces sí ¡“el que quiere la fiesta pagana, que no la llame Navidad!” Seamos
claros y sinceros….
A qué viene todo
esto. Se pretende caminar, vivir, construir sin ningún tipo de relación con
Dios o algo que tenga que ver con lo trascendente. La sociedad se emperró en
deshacerse de Dios y de todo lo que tiene que ver con Él. A este paso ya ni
oficialmente se le llamará al día 24/25 con el nombre de Navidad; así también
desaparecerá la Pascua con su Semana Santa
y todas las demás festividades. De hecho están apareciendo festejos nuevos como
el “Halloween” etc.
Pero no importa:
Dios sigue amando al ser humano y le sigue enviando a su Hijo Jesús. Siempre
habrá un pequeño resto que confiará más en Jesús que en los hombres y sus
estructuras caducas y cambiantes (será la semilla constante que un día dará sus
frutos). Esta situación es repetitiva en la historia humana y la Palabra de Dios la plasmó
con el relato de “la Torre
de Babel”, ¿se acuerdan? Cuidémonos de los vendedores de ilusiones, de los
fuegos artificiales, de los espejitos de colores, de estos personajes o
culturas (inventadas por los hombres).
Navidad, por lo
menos para los que nos decimos “cristianos” es un acontecimiento “no de moda”
sino la constatación del amor de Dios para con todos los hombres, una Amor
Eterno. ¡Celebrémoslo con espíritu religioso!
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