miércoles, 9 de marzo de 2011

IGLESIA GRATUITA


El templo está allí: limpio, pintado, iluminado, adornado y, en  muchos lugares, dotado de estufas y ventiladores. Usted lo usa. Asiste a la liturgia cada semana o cada día, y nadie le cobra por entrar y participar.  Su ofrenda − ¡si la hace!− es anónima, algo privado, un pacto entre usted y Dios. Nunca se publica una lista con los nombres de los fieles, nunca se le exige el diezmo, nunca se lo persigue para que "haga su ofrenda al Señor" (no ocurre así en otras iglesias ni con ciertos renombrados "pastores", ni en las sectas).
En ninguna institución, hay tantos servicios gratis como en la Iglesia. ¿Está usted enfermo? Una simple gripe, un catarro, una angina... tiene su costo.  Sin embargo, si CÁRITAS atiende sus necesidades, si un sacerdote o un ministro laico lo visita en el hospital, en el geriátrico o en su casa, entregándole su consuelo y afecto junto con los sacramentos, no le cobran absolutamente nada.
También tiene su costo recurrir a un consejero. ¿Sabe cuánto cuesta una sesión con un psicólogo? (¡Ni  hablar de los "videntes" parapsicólogos y los que "tiran las cartas"!)
Los sacerdotes de "su Iglesia" están dispuestos a escuchar sus problemas y pecados, y concederles el perdón de Dios... sin cobrarle nada.
¿Pensó, alguna vez, todo lo que la Iglesia católica le brinda gratuitamente? ¿Puede preparar a su hijo en matemáticas o inglés sin pagarle al profesor? La Iglesia se lo prepara para la primera Comunión o la Confirmación sin pedirle un centavo.
La Iglesia le ofrece variadas instituciones y movimientos; servicios de catequesis, estudio bíblico y formación espiritual. Usted los puede aprovechar sin pagar ninguna cuota.
¿Tiene el hábito de fumar?  ¿Compra el diario o alguna revista?  ¿Cuánto gasta en sus llamados "pequeños gustos"?
De todos los bienes que puede nombrar, ninguno es más importante que los bienes espirituales que la Iglesia le provee... sin "pasarle la factura". 
¿Cuánto invierte en una fiesta de bautismo, casamiento o quince años? ¿Cuánto dona a su Iglesia en tales circunstancias? Y cuando fallece alguien, ¿cuánto le sale el servicio fúnebre, una corona, las flores? La Iglesia le presta su servicio espiritual y no le cobra nada. No le cobra nada, porque confía que su sentido común y su compromiso con la causa de Jesucristo lo mueven a participar en el sostenimiento económico de "su Iglesia".
Nuestra Iglesia católica no es sostenida por el Estado. Se sustenta con su aporte y "mil rebusques" para subsistir. Nuestras ofrendas en dinero sirven para la luz, el gas, el teléfono, los impuestos, los empleados, los arreglos, los gastos necesarios para el  Culto; para que pueda vivir el sacerdote; para afrontar la obra de evangelización y para ejercer la caridad con quienes dependen de ella. Querido hermano: ¿No habrá llegado la hora de preguntarse "en serio" qué hacemos por  nuestra Iglesia? 
                              

Artículo tomado de la Revista On Line - SAN PABLO  Año IX - Nº 48

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