miércoles, 9 de marzo de 2011

EL SENTIDO DE LOS SIGNOS EN LA MISA 2. DEPOSITAR LA HOSTIA EN LA PATENA


En nuestra Comunidad estamos acostumbrados, al entrar en el Templo para la celebración, dirigirnos donde están las hostias que nos servirán para la Misa. ¿Pero que sentido tiene eso? ¿No es más fácil, en el momento de la comunión, abrir el Sagrario y recibir las hostias allí guardadas?
Con todo el respeto que se merece la Eucaristía guardada en el Sagrario, ¿hay alguien que come el pan de la semana pasada? Pero no es esa la razón fundamental del gesto de depositar la hostia en la patena al entrar. ¿Qué significa?
Esa hostia que tomo para depositar en la patena expresa “el fruto de la tierra y del trabajo del hombre”, es decir de nuestra humanidad. Estoy poniendo mi vida en la patena para que sea ofrecida a Dios en agradecimiento por el don de la existencia (con lo bueno y con lo malo, con la realidad y la esperanza). Quiero, con ese gesto, compartir mi vida con la de Jesús, nuestro Dios. Quiero imitarlo a El que vino para compartir la vida con los hombres. Mi deseo es “convertirme en otro Cristo”
Pero no solo eso. En esa patena se colocará, además de “mi vida” las vidas de mis hermanos en la fe que también quieren ofrecerse, como dice S. Pablo, “como hostias vivas”. ¡No estoy yo solo! Juntos nos ofrecemos a Dios, juntos compartimos nuestras vidas.


Jesús nos dice en el momento que se revive la ultima cena: “tomó el pan, lo bendijo y la pasó (compartió) a sus discípulos”.
Esa hostia que yo deposito en la patena con toda seguridad no será la hostia que recibiré en la comunión (común unión). Más bien recibiré (compartiré) la que otro depositó. Y otro recibirá o compartirá la que yo deposité. Esto significa que la Misa es antes que nada un compartir la vida que se manifiesta en el signo de la comunión sacramental. Ahora, si falta este compartir con lo que significa, ¿qué sentido tiene la comunión sacramental? Es una muy buena pregunta, que necesitará una respuesta de parte de cada uno. Ciertamente el “compartir” con los hermanos en la fe tiene que anteceder el compartir en la celebración y no viceversa.
Es un error el concepto que dice “voy a recibir la Eucaristía”. Esta no se recibe, se comparte y antes de compartir la Eucaristía tengo que haber compartido durante la semana mi vida con los demás, con gestos bien concretos.
Por un lado es un don y por otro es una responsabilidad. Y aquí sería interesante revisar nuestra Iniciación cristiana donde parecería que los chicos se preparan para “recibir la comunión” y no “para compartir” la vida como nos enseñó Jesús con sus palabras y con su vida. Es por eso que “pájaro que comió, voló”

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