miércoles, 5 de diciembre de 2018

¿QUÉ ES LA COMUNIÓN DENTRO DE LA MISA?



Muchas veces nos encontramos con que hay cristianos que piensan que lo importante de la Misa es la Comunión. Ciertamente es muy significativa, pero en la celebración todo es importante. Además, cada paso de la Misa lleva al siguiente, por lo que es errado pensar que resulta suficiente comprometerse sólo con la última parte.
La Comunión es también un “signo”, real y verdadero, pero… ¿qué implica este signo? La Eucaristía revela que estamos arrepentidos de nuestros pecados, los cuales descubrimos al confrontarnos con lo que Jesús nos propone. Por eso es fundamental estar presentes desde el comienzo de la Misa, en ese acto de arrepentimiento y perdón que nos conduce al segundo paso: “escuchar” la Palabra de Dios (Lecturas) con un corazón libre, abierto y bien dispuesto. A su vez, la homilía ayuda a actualizar y a aclarar la Palabra de Dios para que nos confrontemos con ella y la asimilemos, para que “se haga carne”. Seguidamente, a partir de esa confrontación y queriendo que Jesús nos convierta, le presentamos a Dios nuestras vidas (así como somos), expresadas en el Pan y el Vino. ¡Somos nosotros que nos ofrecemos junto con Jesús! En la Plegaria Eucarística hacemos memoria de lo que hizo y hace Jesús por nosotros; Él quiere transformarnos, identificarnos con Él. Por eso pedimos que podamos crecer juntos en el Pueblo de Dios con la ayuda de los Santos, nuestros hermanos difuntos, la virgen María, San José, etc. Esta parte central concluye con esta hermosa Plegaria: “Por Cristo, Con Cristo y en Cristo, a ti Dios Padre omnipotente todo honor y Gloria por lo siglos de los siglos. Amén”
Y ahora sí, como conclusión de lo anterior y como signo de nuestro compromiso ya comenzado, nos introducimos en el gesto de la Comunión con el Padre Nuestro (resumen evangélico) y con las dos oraciones: “Líbranos Padre….” y “Señor Jesús que dijiste a tus amigos…” (en las que siempre usamos el plural pues son oraciones de una familia).

La Comunión es el don de Dios y el compromiso de los que van a comulgar, siempre y cuando lo quieran asumir para configurarse con Jesús, para vivir la unión con el Padre y con los hermanos. Para esto se debe cumplir con las condiciones objetivas que nos habilitan a hacerlo (por ejemplo: participar asiduamente a la misa, no estar excluidos porque una situación que no es la normal); y para tener ideas claras al respecto es oportuno consultar a quien corresponde: el presbítero (cuidado con los consejos de amigos… pues la comunión es algo serio y no depende de lo que siento en el momento.)

IMPORTANTE: Si mi condición no me permite hacer la comunión es fundamental hablar con el sacerdote. También es conveniente saber que, si tengo buena voluntad, la participación de la Misa es fructífera aunque no haga la comunión, pues Jesús actúa igualmente en esos casos especiales, que es lo primordial. Como es un tema delicado y la situación de cada persona es única, lo mejor es hablar con quien corresponda para que nos los ayude y guíe aclarando las cosas.
Recordemos un dicho del Santo Juan Pablo II: “la ignorancia es el gran enemigo de la fe cristiana”



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