El
pasado 19 de setiembre nuestra Capilla del Espíritu Santo recordaba el 18
aniversario de su Consagración. La Misa y el festejo fue celebrado el sábado
24. Con tal motivo el P. Darío envió a esa Comunidad una carta desde Italia,
uniéndose a este hermoso recordatorio y festejo.
Querida Comunidad de
la Capilla Espíritu Santo:
Hoy sábado festejamos el nuevo
aniversario de la consagración de ese Templo dedicado al Espíritu Santo. Es una
fecha importante ya que el Templo, como enseña la Palabra de Dios, es el signo
de la Comunidad, Templo vivo de Cristo. Es importante ver más allá de lo
visible pues ahí radica la FE.
Para nosotros, festejar este
acontecimiento, es importante porque lo queremos. La cultura de hoy, muy
materialista por cierto, no tiene en cuenta las realidades del espíritu, que no
se ven pero existen. Nosotros podemos ayudarnos a visibilizarlas.
De por sí el nombre “Espíritu
Santo” es todo un programa. Sabemos lo que es el Espíritu Santo en la vida de
la Iglesia y sin Él nada es posible. Por ello es muy importante dejarse
conducir por Él sin pretender que lo que se nos ocurre es inspiración del
Espíritu. Es que juntos vamos descubriendo los caminos que Él nos va indicando.
Por eso es muy importante no tanto estar “reunidos” cuanto estar “unidos”.
Muchos entienden esto y
permanecen fieles en las adversidades buscando caminos de unidad y
también, por qué no, de misericordia y reconciliación. Otros miran más los
rostros y van caminando con simpatías y antipatías, miran los defectos y no las
virtudes; otros son como el terreno de la Parábola del sembrador: asfalto,
terreno pedregoso, terreno lleno de hierbas malas.
Hace poco nuestro obispo me escribió y me decía que el problema de
fondo de tanta incoherencia y superficialidad es la falta de fe. Yo diría “de
respuesta seria y comprometida al don de la fe” que hemos recibido. Las
preocupaciones excesivas de la vida moderna impiden esa respuesta si no estamos
atentos y vigilantes.
Un año más. No bajemos los brazos y cada uno desde su lugar busque
responder a la voz del Espíritu para que la pequeña Comunidad sea “esa Luz
puesta en lo alto del monte para iluminar el barrio”. Ya sabemos que no es
cuestión de misas y celebraciones que muchas veces terminan por estar alejadas
de la vida diaria. Eso sí, ellas nos enriquecen y nos motivan, son centro que
irradian lo que nos dan… En el fondo ellas están para ser fuentes de
misericordia y reconciliaciòn.
De parte mía un “GRACIAS” a todas las personas que ofrecen sus dones,
su tiempo, sus preocupaciones para nuestro Templo y lo que él significa. Si
podemos festejar un año más es por ellas y merecen las oraciones de todos.
A todos un fuerte abrazo y mi acompañamiento desde aquí.
Darío
Gavardo, 24 de setiembre 2016