El Papa Francisco declaró al periodo
comprendido entre el 8 de diciembre de 2015 hasta el 23 de noviembre del
corriente año como el Año de la Misericordia.
Sabemos de la permanente insistencia del Papa
en ayudarnos a descubrir el corazón de Dios, rico en Misericordia,
infinitamente misericordioso, etc., voluntad basada en la convicción de que
todo puede cambiar si nos dejamos “misericordiar” por Dios de una manera
concreta y si asumimos su esencialidad en nuestra vida “misericordiando”. Misericordiar y misericordiando son verboides (infinitivo y gerundio, ambos
neologismos) que indican especialmente un camino y un proceso, una construcción que se va realizando.
Este período misericordioso es, además, Jubileo, y
como tal constituye la única manera de permanecer unidos a Dios: a través de
relaciones nuevas con nuestros hermanos. Así, nos relata el Antiguo Testamento
en Levítico 25 que durante un año Jubilar se pretende que todos recuperen lo
que se ha perdido, generalmente por abuso de poder. La palabra Jubileo viene de
“júbilo”, sinónimo de alegría, y la alegría se consigue cuando hacemos las
cosas desde el corazón y con entrega amorosa, dando también desde nuestra
pobreza. Por otra parte, el jubileo o “año de gracia” fue anunciado por el
mismo Jesús en la sinagoga de Nazaret (Lc. 4, 19), por tanto, la instauración
de un año de gracia comienza con Jesús y durará, a instancias de Cristo,
repitiéndose, durante toda la existencia humana.
Teniendo en cuenta que Jubileo es un
“recomenzar” a partir de la “Gran Misericordia que Dios tiene para con
nosotros” tengamos en cuenta y, sobre todo, participemos de los tres acontecimientos jubilares en nuestra
Diócesis, que son:
- El sábado 7, Jubileo de los niños: a partir
de la misericordia de Dios que los niños, ayudados por sus padres, comprendan
que la catequesis es un proceso que no termina nunca, mucho menos con la Primera Comunión ;
por el contrario, que con ella comienza la vida cristiana para todos.
- El sábado 14, Jubileo de los jóvenes. Se
invita a todos los jóvenes a dejarse conducir por el Espíritu, el de la
sabiduría, el del consejo, el de la fuerza nueva para vivir contra corriente.
Por eso este jubileo se realiza en la Vigilia de Pentecostés. No importa en qué situación
religiosa se encuentre la persona: Dios llama a todos, y, en este caso, a todos
los jóvenes busca e invita. A los que entienden esta oportunidad, la misión de
comunicar la invitación.
- El sábado 28 el Jubileo de las familias: nueva
oportunidad para “alegrarse” en la misericordia de Dios, en esta oportunidad,
como familias y comunidad.
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