La familia cristiana -podríamos decir- tiene
su fundamento en tres momentos o gestos (como un trípode = tres patas): la Palabra de Dios, los
signos sacramentales, la
Caridad.
1. La Palabra de Dios: (leer Mateo 7,24-27).
Decía San Jerónimo (que dio impulso a la Biblia ) que “el desconocimiento de la Sagrada Escritura
es desconocimiento de Cristo”. Junto a la Palabra de Dios está la Catequesis Permanente
-e independiente de la que prepara a los sacramentos (especialmente la de los
niños). De hecho, los Evangelios son los textos de las catequesis de las
primitivas comunidades. ¡Es Dios que nos habla! Francisco, ya en varias
oportunidades, regaló un pequeño Evangelio a los que lo escuchaban en la Plaza de San Pedro para que
esos receptores lo llevasen siempre consigo y lo leyesen concientemente... Pero,
¿cómo es nuestra relación con la
Palabra de Dios? [¡Cuántas veces se pregunta en la liturgia
de la Palabra
acerca del evangelio del domingo anterior, y pocos o casi nadie lo recuerdan!].
2. Los Signos Sacramentales: Dios (Jesús) está presente siempre pero de
una manera especial por medio de los sacramentos que acompañan la vida del
hombre desde que nace hasta que deja este mundo. Así, nos acompaña, nos
enriquece, nos alimenta, nos fortalece. El centro de la vida sacramental es la Eucaristía , que es
ofrecernos con Él: comunión con él y los hermanos. Así, Jesús nos dice: “Yo
estaré siempre con ustedes hasta el fin de mundo”.
Si al trípode le falta una
pata se cae; lo mismo nos pasa si minimizamos o relativizamos la vida
sacramental (los siete sacramentos y especialmente la Eucaristía ).
3. La Caridad : ¿qué es? La caridad es el Amor de Dios (agapé). No es solamente cáritas (la ayuda a los necesitados). La
caridad es comunión, y que, si es verdadera la que tenemos con Dios, se hace
realidad con los demás, especialmente con los miembros de la familia cristiana.
Por eso, Caridad es: relaciones nuevas, perdón, consideración y reconocimiento
del otro, ponerse en la situación del otro, derrochar actitudes fraternas con
los demás. Nada más y nada menos que como hace Dios con nosotros, con todos:
“Él hace salir el sol sobre buenos y malos, hace llover sobre buenos y malos”.
Las obras de misericordia, corporales y espirituales, son parte de la Caridad. Son obras
concretas que la tradición de la
Iglesia , basada en la Palabra de Dios, nos propone.
Ahora bien, ¿la Caridad es parte de nuestra
vida Cristiana?; ¿la comunión, el “encuentro” entre nosotros, nos interesa y la
cultivamos?; ¿es suficiente encontrarnos (si podemos llamar “encuentro”) el
venir a Misa?: “Dios perdona mucho a quien mucho ama” (leer Lucas 37,36-50)
Ciertamente, el “camino” que nos propone la Iglesia a partir del
Evangelio es un camino “ordinario” y gradual para cada persona. No se niega que
Dios tiene otros caminos para que todo hombre o mujer lleguen a él. Lo que sí
es importante que, quien decide seguir a Jesús en esta Iglesia, asume un
compromiso pues no todo da lo mismo. Los otros caminos los ponemos en la Misericordia de Dios.
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