lunes, 4 de enero de 2016

QUE LA MISERICORDIA IMPREGNE TODAS NUESTRAS ACCIONES

Queridas familias:
El 8 de diciembre ha comenzado el “Año de la Misericordia”. Una propuesta que Dios, por medio del Papa Francisco, hace a todos los hombres de buena voluntad y especialmente a los cristianos, con dos objetivos: conocer cuál es su esencia o naturaleza y cómo debemos ser nosotros. 
¿Cuál es la característica esencial de Dios? Precisamente la de ser Misericordioso (sentimiento de compasión activa hacia la infelicidad del otro). Se podría decir que es un sinónimo de Amor, apertura y búsqueda del bien del otro. Toda la Historia Sagrada, desde el comienzo, está llena de Misericordia de parte de Dios, pero en el momento sublime de esa historia, la Misericordia divina se hace presente físicamente en la historia humana y tiene nombre: Jesús de Nazaret. Él nos muestra el camino para la felicidad. La expresión más grande de la Misericordia la realizó en la cruz muriendo por todos y resucitando para decirnos que a partir de ese momento todo vuelve como al comienzo (la creación), cuando el hombre recupera el haber sido creado “muy bueno”.
Frente a “un Dios desterrado” de la vida ordinaria del hombre, hoy estamos llamados a abrirle el corazón para que vuelva a ser “nuestro Dios”; a cruzar “La Puerta” para adentrarnos en su misericordia y abandonar a los falsos o efímeros dioses que la cultura y nosotros mismos nos hemos construido y que, comprobamos, no nos llevan a ningún lado.
Más concretamente para nosotros los cristianos, los que nos sentimos parte de “la familia de Dios”, el objetivo del Papa es que nos renovemos como Iglesia; que salgamos de la apatía, de la superficialidad y que tomemos con seriedad el hecho de que hemos sido constituidos “verdaderos hijos de Dios” (Efesios 1,3-14). “No tengamos miedo” de adentrarnos en este camino siguiendo las enseñanzas de Jesús, compartiendo y viviendo como “su familia”. “El camino” ya está marcado, no hay que buscarlo: es Jesús con sus gestos y enseñanzas y su presencia definitiva en la Iglesia (aún en medio de las contradicciones de quienes nos decimos cristianos). Un hombre, el Papa Francisco, nos da el ejemplo y con él muchos otros, anónimos, que se esfuerzan por vivir (caminando) como discípulos de Jesús.
Si podemos, sigamos las catequesis del Papa durante este año. Las enseñanzas de hoy ya no son las del pasado y las que todavía martillan nuestro interior: las de un Dios que castiga, que juzga al modo de los jueces humanos, que nos manda al infierno o nos hace purgar años las macanas que nos mandamos, enseñanzas que nos han creado un sentido de culpa  quitándonos la alegría de ser cristianos. Nada de eso. Hoy vemos desde otra óptica y en esto estaremos ayudados por el Evangelio de Lucas, que está marcado por la Misericordia; entre tantas buenas noticias encontramos la Parábola del Padre Misericordioso, corazón del evangelio de Lucas (Lucas, 15,11)
Aprovechemos este año para conocer y relacionarnos con ese Dios que quiere ser “Padre” y no juez. Pero sobre todo “rico en Misericordia”

            Con la bendición de Dios.





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