Queridas
familias:
El 8 de diciembre ha comenzado el “Año de la Misericordia ”. Una
propuesta que Dios, por medio del Papa Francisco, hace a todos los hombres de
buena voluntad y especialmente a los cristianos, con dos objetivos: conocer
cuál es su esencia o naturaleza y cómo debemos ser nosotros.
¿Cuál es la característica esencial de Dios?
Precisamente la de ser Misericordioso (sentimiento de compasión activa hacia la
infelicidad del otro). Se podría decir que es un sinónimo de Amor, apertura y
búsqueda del bien del otro. Toda la Historia Sagrada , desde el comienzo, está llena
de Misericordia de parte de Dios, pero en el momento sublime de esa historia, la Misericordia divina
se hace presente físicamente en la historia humana y tiene nombre: Jesús de
Nazaret. Él nos muestra el camino para la felicidad. La expresión más grande de
la Misericordia
la realizó en la cruz muriendo por todos y resucitando para decirnos que a
partir de ese momento todo vuelve como al comienzo (la creación), cuando el
hombre recupera el haber sido creado “muy bueno”.
Frente a “un Dios desterrado” de la vida ordinaria del
hombre, hoy estamos llamados a abrirle el corazón para que vuelva a ser
“nuestro Dios”; a cruzar “La
Puerta ” para adentrarnos en su misericordia y abandonar a los
falsos o efímeros dioses que la cultura y nosotros mismos nos hemos construido
y que, comprobamos, no nos llevan a ningún lado.
Más concretamente para nosotros los cristianos, los
que nos sentimos parte de “la familia de Dios”, el objetivo del Papa es que nos
renovemos como Iglesia; que salgamos de la apatía, de la superficialidad y que
tomemos con seriedad el hecho de que hemos sido constituidos “verdaderos hijos
de Dios” (Efesios 1,3-14). “No tengamos miedo” de adentrarnos en este camino
siguiendo las enseñanzas de Jesús, compartiendo y viviendo como “su familia”.
“El camino” ya está marcado, no hay que buscarlo: es Jesús con sus gestos y
enseñanzas y su presencia definitiva en la Iglesia (aún en medio de las contradicciones de
quienes nos decimos cristianos). Un hombre, el Papa Francisco, nos da el
ejemplo y con él muchos otros, anónimos, que se esfuerzan por vivir (caminando)
como discípulos de Jesús.
Si podemos, sigamos las catequesis del Papa durante
este año. Las enseñanzas de hoy ya no son las del pasado y las que todavía
martillan nuestro interior: las de un Dios que castiga, que juzga al modo de
los jueces humanos, que nos manda al infierno o nos hace purgar años las
macanas que nos mandamos, enseñanzas que nos han creado un sentido de
culpa quitándonos la alegría de ser
cristianos. Nada de eso. Hoy vemos desde otra óptica y en esto estaremos
ayudados por el Evangelio de Lucas, que está marcado por la Misericordia ; entre
tantas buenas noticias encontramos la Parábola del Padre Misericordioso, corazón del
evangelio de Lucas (Lucas, 15,11)
Aprovechemos este año para conocer y relacionarnos con
ese Dios que quiere ser “Padre” y no juez. Pero sobre todo “rico en
Misericordia”
Con la bendición de Dios.
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