Muchas veces se piensa que se es
cristiano por el simple hecho de haber recibido las aguas bautismales y haber
hecho la Primera Comunión
(“la confirmación no tiene demasiada importancia”, se cree). Pero como ya en el
siglo III decía Tertuliano: “cristianos no se nace, se hace”.
Verdaderamente, los ritos sacramentales,
si se reciben sin un significado y una vivencia, no producen absolutamente nada,
ya que no son cosas mágicas. Ser cristiano, ser seguidores de Jesús, sus
discípulos, implica “estar unidos a Él, escucharlo, seguirlo y vivir sus
enseñanzas”: para esto ha sido enviado por el Padre.
Tal vez todo esto se entiende, pero no
interesa vivirlo. Y aún hay algo más comprometedor y que ayuda a vivir unidos a
Jesús..., y es “ser Comunidad”, pues, como nos enseña el Hijo de Dios: “donde
hay dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Esto es
ser “Iglesia”, “Pueblo de Dios”, “su
Familia”. Y es en este ambiente de familia que tenemos que ir construyéndola,
entre todos, con convencimiento, para ir haciéndonos cristianos.
En resumen: la Comunidad cristiana
tiene tres pilares: el culto o Liturgia,
que son las celebraciones de alabanza, agradecimiento, petición, donde todos
somos celebrantes; el conocimiento de la Palabra de Dios por
medio de la catequesis (y no sólo la de los niños sino -y fundamentalmente- la
de los adultos); y, por último, la Caridad , que es el amor mutuo de los creyentes
expresado en el compartir, sostenerse, ayudarse para vivir los valores del
Evangelio y así ir construyendo una Humanidad Nueva.
El
Espíritu Santo es el alma de todo esto. Por eso esperamos que nuestra querida Capilla pueda reflejar siempre
ese Espíritu para bien de los vecinos y de toda la Comunidad Parroquial
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