viernes, 5 de febrero de 2016

LAS CENIZAS

La imposición de ceniza en la frente de los fieles el primer día de Cuaresma ES UN SIGNO importante. Su significado puede ya entreverse en el Antiguo Testamento, aludiendo a la pequeñez humana ante Dios en versículos como el de Gen 19,27; o el poner ceniza en la cabeza como señal de tristeza, según consta en los versículos del libro de Ester (4,1-3) y de Judit (4,11). No faltan tampoco imposiciones de ceniza como gesto de arrepentimiento en Job 42,6; Jonás 3,6 o Daniel 9,3 ss. Esta última alusión ya la tenía muy presente Jesucristo, según los evangelistas San Mateo 11,21 y San Lucas 10,13.
El origen de esta celebración deriva de la importancia de algunos aspectos de la Cuaresma centrados en el arrepentimiento del pecador para que se perdonaran sus pecados.
Desde el S. VIII se alude en el Misal Romano al Día de Cenizas pero ya para el S. X se generalizó la imposición de la ceniza a todos los fieles el primer miércoles de cuaresma con el fin de que la Cuaresma abarcara los cuarenta días que ayunara Cristo en el desierto, a la vez que se contaran separadamente los domingos comprendidos durante la Cuaresma (siendo el último el Domingo de Pascua), por lo cual se le ha denominado Miércoles de Ceniza al día inicial de la Cuaresma.
Respecto a la procedencia de las cenizas impuestas en la frente de los fieles, dicha ceniza se elabora quemando las palmas o ramos bendecidos el Domingo de Ramos del año anterior. Se conocen un par de fórmulas pronunciadas al imponer la ceniza (en forma de cruz) en la frente de cada feligrés: 'Recuerda que ere polvo eres y en polvo te convertirás' (Gen 3,19) y 'Conviértete y cree en el evangelio’ (Mc 1, 14.15).

Desde el Concilio Vaticano II, se ha sugerido preferir la fórmula del Nuevo Testamento (es decir, la del evangelista San Marcos) ya que con dicha fórmula se pretende que cada fiel se arrepienta sinceramente y con humildad de sus pecados para poder seguir siendo buenos cristianos, mientras que la primera fórmula, de obvio origen judío, se limita tan sólo a recalcar la fragilidad del ser humano y su finitud en esta vida.

miércoles, 3 de febrero de 2016

CELEBRACIONES EN FEBRERO



Día 2: LA PRESENTACIÓN DE JESÚS AL TEMPLO
           
20 hs. Misa en la parroquia



Día 10: MIÉRCOLES DE CENIZAS – COMIENZO DE LA CUARESMA
            18:30 hs. Misa con imposición de las cenizas en la Capilla
            20:00 hs. Misa con imposición de las cenizas en la Parroquia


Día 11: VIRGEN DE LOURDES: 47º Aniversario de la creación de la Parroquia
                     20:00 hs. MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS

              Festejamos con Cena a la Canasta

martes, 2 de febrero de 2016

El Rincón de la Catequesis

FAMILIA Y PARROQUIA

Una catequesis que, al celebrar los 47º aniversario de la creación de nuestra parroquia, nos puede servir

“Quisiera hoy detener nuestra atención en el vínculo entre la familia y la comunidad cristiana. Es un vínculo, por así decir, “natural”, porque la Iglesia es una familia espiritual y la familia es una pequeña Iglesia.
La Comunidad cristiana es la casa de aquellos que creen en Jesús como la fuente de la fraternidad entre todos los hombres. La Iglesia camina en medio de los pueblos, en la historia de los hombres y de las mujeres, de los padres y de las madres, de los hijos y de las hijas: esta es la historia que cuenta para el Señor. Los grandes acontecimientos de las potencias mundanas se escriben en los libros de historia, y permanecen allí. Pero la historia de los afectos humanos se escribe directamente en el corazón de Dios; y es la historia que permanece eternamente. Es este el lugar de la vida y de la fe. La familia es el lugar de nuestra iniciación --insustituible, indeleble-- en esta historia. En esta historia de vida plena que terminará en la contemplación de Dios para toda la eternidad en el cielo, pero comienza en la familia y por eso, es tan importante la familia.
El Hijo de Dios aprendió la historia humana por esta vía, y la recorre hasta el final. ¡Es hermoso volver a contemplar a Jesús y los signos de este vínculo! Él nació en una familia y allí “aprendió el mundo”: un taller, cuatro casas, un pueblo. Y sin embargo, viviendo durante treinta años esta experiencia, Jesús asimiló la condición humana, acogiéndola en su comunión con el Padre y en su misma misión apostólica. Después, cuando dejó Nazaret y comenzó la vida pública, Jesús formó en torno a él una comunidad, una “asamblea”, es decir una con-vocación de personas. Este es el significado de la palabra “iglesia”.
En los Evangelios, la asamblea de Jesús tiene la forma de una familia y de una familia acogedora, no de una secta exclusiva, cerrada: nos encontramos con Pedro y Juan, pero también al hambriento y al sediento, al extranjero y al perseguido, a la pecadora y al publicano, a los fariseos y a la multitud. Y Jesús no cesa de acoger y de hablar con todos, también con el que ya no espera encontrar a Dios en su vida. ¡Es una gran lección para la Iglesia! Los discípulos mismos han sido elegidos para cuidar de esta asamblea, de esta familia de huéspedes de Dios. Para que esté viva hoy esta realidad de la asamblea de Jesús, es indispensable reavivar la alianza entre la familia y la comunidad cristiana. Podríamos decir que la familia y la parroquia son dos lugares en donde se realiza esta comunión de amor que encuentra su fuente última en Dios mismo. Una Iglesia de verdad según el Evangelio no puede no tener la forma de una casa acogedora. Con las puertas abiertas siempre. Las iglesias, las parroquias, las instituciones con las puertas cerradas no se deben llamar iglesias, se deben llamar museos.
Hoy, esta es una alianza crucial.  “En contra de los 'centros de poder' ideológicos, financieros y políticos, volvemos a poner nuestras esperanzas no en estos centros de poder, sino en los centros del amor. Nuestra esperanza está en estos centros del amor. Centros evangelizadores, ricos de calor humano, basados en la solidaridad y la participación”, y también en el perdón entre nosotros.
Reforzar el vínculo entre la familia y la comunidad cristiana es hoy indispensable y urgente. Por supuesto, se necesita una fe generosa para encontrar la inteligencia y la valentía para renovar esta alianza. Las familias a veces dan un paso atrás, diciendo que no están a la altura: 'Padre, somos una pobre familia y también un poco destartalada', 'no somos capaces', 'tenemos ya tantos problemas en casa', 'no tenemos la fuerza'. Es verdad. Pero ninguno es digno, ninguno está a la altura, ¡ninguno tiene las fuerzas! Sin la gracia de Dios, no podremos hacer nada. Todo nos es dado gratuitamente. Y el Señor no llega nunca a una nueva familia sin hacer algún milagro. ¡Recordemos lo que hizo en las bodas de Caná! Sí, el Señor, si nos ponemos en sus manos, nos hace hacer milagros. Milagros de todos los días cuando está el Señor en esa familia.
Naturalmente, también la comunidad cristiana debe hacer su parte. Por ejemplo, tratar de superar actitudes demasiado directivas y demasiado funcionales, favoreciendo el diálogo interpersonal y el conocimiento y la estima recíproca. Las familias tomen la iniciativa y sientan la responsabilidad de llevar los propios dones preciosos para la comunidad. Todos debemos ser conscientes de que la fe cristiana se juega en el campo abierto de la vida compartida con todos, la familia y la parroquia deben cumplir el milagro de una vida más comunitaria para toda la sociedad.
En Caná, estaba la Madre de Jesús, la “madre del buen consejo”. Escuchemos nosotros también sus palabras: 'Hagan todo lo que él les diga'. Queridas familias, queridas comunidades parroquiales, dejémonos inspirar por esta Madre, hagamos todo lo que Jesús nos diga, y nos encontraremos ante el milagro, el milagro de cada día”. 
Gracias.
                
                                                                                      Ciudad del Vaticano, 09 de septiembre de 2015


lunes, 1 de febrero de 2016

Queridas familias:

Queridas familias:
En periodo de vacaciones no podemos desterrar a Dios de nuestra vida: puede descansar el físico, pero no el espíritu. Si las vacaciones implican, culturalmente, un “alejarse de todo lo que normalmente hacemos”, esto no incluye la experiencia de la vida cristiana. El espíritu tiene otras reglas, vitales y esenciales (así como por estar en vacaciones no dejamos de comer o de dormir…). Muy por el contrario, puesto que en general en estos meses disponemos de más tiempo libre que en periodos de plena actividad, es importante focalizarnos en el espíritu para fortalecerlo: así lo enseñaba el Beato Pablo VI hace años.
En el mismo sentido, el propio programa litúrgico nos ayuda en la ejercitación y fortalecimiento espiritual:
- El día 2 de febrero es la Fiesta de la Presentación de Jesús al Templo: pocos días después del nacimiento de un niño o niña era costumbre en aquellos tiempos la concurrencia al Templo para que la criatura fuese presentada y ofrecida a Dios (Dios es el punto de referencia, ya que la vida procede de Él y a Él vuelve); conjuntamente, se realizaba la purificación de la madre. El reconocimiento de Jesús como el Mesías por parte de Simeón y Ana en el Templo es el acontecimiento que se rememora en la Fiesta de Presentación para los cristianos. Evento, por tanto, ligado tanto a la Navidad como a la Epifanía (manifestación). Por nuestra parte, a nosotros hoy, nos corresponde reafirmar nuestra fe en esa presencia y reconocer a Jesús como el centro de nuestra vida.
- Después de los días de Carnaval (8 y 9 de febrero), el día 10 con el miércoles de Cenizas comienza el Tiempo de Cuaresma o los cuarenta días de preparación hacia la Pascua, ¡la Fiesta más importante de los cristianos! El Miércoles de Cenizas nos recuerda en qué consiste la naturaleza humana para que tomemos conciencia de esto y nos proyecta a lo que Jesús hace con ella, al destinarla a la resurrección y la vida eterna, es decir, ¡la restaura, la salva de la corrupción!
- El día 11 es la Fiesta de la Virgen de Lourdes. ¿Por qué es importante para nosotros? Porque hace ya 47 años que se creó nuestra Parroquia como una célula más de la diócesis o Iglesia particular (en aquella época Lomas de Zamora) y nos vamos acercando al 50º aniversario. Tampoco podemos dejar pasar de largo este acontecimiento. Consagramos nuestra Comunidad a la Protección de María y la tomamos como ejemplo.
Como vemos, el programa litúrgico nos recuerda -a partir del ejemplo de Cristo- que somos “la familia de Dios” en un lugar y espacio preciso. Y que ese lugar y espacio es el ambiente donde todos estamos llamados a evangelizar. Un “evangelizar” que, en este Año de la Misericordia, consiste fundamentalmente en hacer presente la Misericordia de Dios con estas acciones corporales y espirituales, además de las propuestas que surgen de la Comunidad (mes por mes).

Dios, en su infinita Misericordia, sigue apostando y proponiendo ya que las tinieblas no pueden vencer a la Luz (Jn. 1,5). Y en esto nos implica a todos. Que Dios nos bendiga pues dice cosas buenas de sus hijos que toman en serio la vida que nos regaló su Hijo.