Queridas
familias:
Estamos celebrando aún el Tiempo Pascual. Los
50 días de este tiempo es el regalo y la oportunidad que nos brinda el Buen
Dios para que el don de la
Fe Pascual eche raíces en nuestra interioridad. El cristiano
vive de esa fe que no consiste en creer “lo que me parece o pretendo” sino que
es simplemente aceptar el don que el Padre ha querido realizar por medio de
Jesús en la Pascua :
regalarnos su misericordia, su perdón y darnos la posibilidad de comenzar de
nuevo como hombres y mujeres nuevos para construir una nueva humanidad. Esta
empresa parece imposible pero, como ya
rezábamos el Sábado Santo, “Dios hace posible lo imposible”. En esto creyeron
los primeros discípulos, a esto se abocaron los cristianos de la primera hora…
y, a lo largo de la historia de la
Iglesia , ¡cuántos creyeron y trabajaron para ello! Recordemos
como un gran ejemplo a San Francisco….
¡Echar raíces! Es siempre una gracia de Dios y
para ello es necesario centrar un poco más la atención sobre la fe, es
necesario abrir el corazón, tener disponibilidad y, como nos estuvo enseñando
el Papa Francisco durante la
Cuaresma , es también abrirnos al conocimiento y al estudio de
la Palabra de
Dios y a la comprensión y vivencia del “Misterio de la Eucaristía ” (Misa).
Pero Jesús es tan bueno y de tal modo se
preocupa de que no nos sintamos solos para vivir estas cuestiones que hace el
regalo de su Santo Espíritu. El Espíritu Santo es la presencia silenciosa pero
activa de Jesús que nos sostiene en nuestras promesas bautismales, que nos abre
la mente para comprender las Escrituras, que permite reconocer en el don del
Pan y del Vino la presencia del resucitado que alimenta la vida de la fe. ¡Qué
Gracia nos regala!
Por todo esto, este tiempo pascual tiene como
broche de oro la efusión del Espíritu Santo en el día de Pentecostés.
No dejemos escapar esta oportunidad, vivamos
del don Pascual para ser coherentes como cristianos y comprendamos que sólo
“siendo un solo cuerpo como comunidad” podremos enfrentarnos con las
dificultades que la vida nos pone por delante.
Con la bendición de Dios.
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