Todo lo que dijimos el mes pasado
sobre la tradición y las religiones ha tenido sus consecuencias y la más
evidente es que la tradición histórica del Mensaje cubrió de cenizas gran parte
de la originalidad y del encanto de la Tradición de Jesús. De allí que todas las
religiones estén en crisis. Este problema se manifiesta como desencanto ya que
ellas no son “alegría para todo el pueblo”. Vemos a diario como el abandono de
las distintas creencias lleva a los hombres y mujeres a encerrarse en sí mismos
y a pretender tener una relación directa con Dios sin intermediarios ni
estructuras. Falta una “mística” en la religión y a ésta se la ve solamente
como una imposición de doctrinas, morales, disciplinas, determinaciones éticas,
formas rituales de celebración y cánones jurídicos.
¿Cómo se resuelve esta situación?
Recuperando “la mística” que se encuentra en la fuerza del Mensaje de Jesús.
Como dice la Carta
a los Hebreos: “la Palabra
de Dios es rica y eficaz”. Se trata de recuperar lo primordial que es el encuentro
vivo con la Palabra. Si
bien se insiste últimamente sobre el tema, el cambio de mentalidad religiosa es
una ardua tarea a realizar.
Vemos, a lo largo del liderazgo de
Papa Francisco en su primer año, -y esto es reconocido por muchísimos
interesados- como el Pontífice está luchando a brazo partido para recuperar la
tradición de Jesús y observamos también como el tema del “Dios Misericordioso”
es llevado como mensaje central en casi todas sus intervenciones y actitudes.
Todos esperamos que, al ir tomando
conciencia de lo esencial e importante, podamos recuperar “la mística” de
pertenencia con pureza y alegría y así salir de la crisis, fortalecidos y con
ganas de transmitir el mensaje de Jesús.
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