lunes, 18 de febrero de 2013

“EL DESIERTO: LUGAR DE ENCUENTRO CON DIOS Y CON UNO MISMO”


Queridas familias:
            Estamos en el Año de la fe y después del tiempo fuerte de Adviento y Navidad nos adentramos en otro momento intenso: la Cuaresma. Ella nos recuerda que Dios Padre, para purificar y formar a su Pueblo, lo llevó al desierto durante cuarenta años y allí se le manifestó por la acción de Moisés. Nos recuerda también a Jesús que pasó cuarenta días en el desierto para adentrarse, por medio de la oración, en la vocación que el Padre le había dado y para fortalecerse en la Misión que lo llevaría a entregar su vida para la salvación de todos los hombres.
            Hoy también se nos ofrece a nosotros este tiempo con los mismos objetivos: purificarnos, ayudarnos a ser “la familia de Jesús” (su Pueblo) y fortalecernos en nuestra vocación y misión como discípulos de Jesús. La Cuaresma nos llevará a la Pascua, a dar nuevamente ese paso para vivir con mayor coherencia el don de la Fe, de la Esperanza y de la Caridad (ágape).
            Nuestra fe necesita ser purificada para no caer como los Hebreos en la adoración de falsos dioses, esto es, el becerro de oro (secularismo, hedonismo, materialismo, etc.). Necesita ser purificada para que las tentaciones que sufrió Jesús, y que son prototipo de las que nos llegan a nosotros, no nos confundan ni nos desvíen del camino elegido.

El Rincón de la Catequesis


¿PARA QUÉ SIRVEN LOS SACRAMENTOS?

            Los Sacramentos de la Iglesia, que son siete y fueron fijados en el Concilio de Letrán IV (año 1215) para ser definitivamente aprobados en el de Trento (que tuvo lugar entre 1545 y 1563), son signos y medios para vivir la vida de fe. Son signos de la Iglesia y por lo tanto para la Iglesia. Para los que no creen y para los que no saben de qué se trata, no tienen ningún sentido. Por eso, antes de acercarse a ellos es bueno hacerse esta pregunta: ¿para qué sirven?, ¿cuál es el objetivo por el cual existen?

Consideremos primeramente los Sacramentos de Iniciación cristiana: bautismo, confirmación y  eucaristía. Esta triada sirve para hacer que quien no es parte de la Iglesia comience a serlo. Mirémoslos separadamente:

- BAUTISMO: es el sacramento (signo) que tiene como objetivo hacer visible la entrada a la Iglesia, es el signo de pertenencia. Si no interesa esto, tiene poco sentido realizarlo.

- CONFIRMACION: está caracterizado por el mandato de ser representante oficial frente a los demás en su doble misión de construir la comunidad y ser testimonio anunciando la buena noticia. Pero… ¿qué sucede hoy en día con quienes aceptan este sacramento el domingo siguiente a su recepción?

- EUCARISTÍA: este sacramento es toda la celebración, no el solo acto de recibir la comunión. Participar de la Eucaristía, con todo lo que ella conlleva, es acoger el deseo de Cristo de compartir su vida con nosotros para que nosotros la compartamos con nuestros hermanos en la fe en la comunidad y con todos los demás. Así, EL COMPONENTE DE LA COMUNIDAD PARROQUIAL ES EXTREMADAMENTE IMPORTANTE. Hacer la Comunión es mostrar visible y públicamente que queremos hacer nuestro el deseo de Jesús de hacer comunión con uno mismo y, por lo tanto, uno mismo con los demás, (recordar el lavatorio de los pies). Entendemos entonces que la comunión no es comerse el pancito para que Él haga magia en mi vida o para que me santifique. Sin la comunión con los demás, la Eucaristía no tiene sentido.

CLELIA SUAREZ DE PEREZ: A UN AÑO DE SU FALLECIMIENTO


Esta es la ocasión para conmemorar de una manera especial a CLELIA SUAREZ DE PEREZ puesto que el día 2 de febrero se cumple un año de su fallecimiento y no tuvimos oportunidad de recordarla oportunamente, al llegar tardíamente la notificación de su “vere die natalis”.

Clelia fue una pionera en la historia parroquial, en ese pasaje de ser Oratorio a Parroquia. Es importante destacar su fidelidad y su preocupación por el cuidado de la Casa de Dios, bien común de toda la Comunidad a través de los años.
También recordamos el compromiso incansable de su esposo “Licho”, que no tenía más que ojos para la parroquia, arreglando lo que se rompía, cuidando que todo esté siempre en orden, colaborando en las celebraciones, etc.
Clelia y Licho conformaron un matrimonio ejemplar, que en su fe sencilla comprendió el sentido y el valor de la “comunidad”.

Recordaremos a estas dos queridas personas de nuestra comunidad en el 1º aniversario del fallecimiento de Clelia, el domingo 3 de febrero en la Celebración Litúrgica de las 10:30 hs.

11 DE FEBRERO ANIVERSARIO DE NUESTRA PARROQUIA


Llegamos ya al nº 44 de nuestro aniversario como Parroquia autónoma. No son muchos y a la vez son unos cuántos, y ya van quedando pocos testigos presenciales de ese acontecimiento.

          ¿Qué es la Parroquia? Es el “lugar” donde los que quieren seguir a Jesús lo van conociendo siempre más, donde celebran el Amor que Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) nos tiene mediante los Sacramentos, especialmente por medio de la Eucaristía dominical y donde se busca poner en práctica las enseñanzas del Evangelio creando “comunión” (agapé), es decir, mejorando las relaciones fraternas. ¿Qué parece una utopía? ¡Ciertamente! Pero por esta utopía Jesús se jugó y dio la vida; resucitando, nos demostró que es una esperanza cierta. Este es el corazón de la fe cristiana.
          Querer tomar la Parroquia solamente como un lugar de servicio (como un supermercado) es no haber entendido el proyecto de Jesús y es estar encerrado en uno mismo creyendo que lo importante soy “yo y Dios”.

            Recordaremos y viviremos el acontecimiento de nuestro aniversario parroquial el lunes 11 de febrero con la Liturgia de las 19 hs., a la que seguirá una “comida comunitaria” (se dará aviso en las celebraciones y en la cartelera). Se ruega reservar la entrada.

LA FE SE HACE VIDA LAS OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUALES


Siguiendo con lo que ya escribimos el mes pasado sobre las obras de Misericordia, ahora le toca el turno al segundo grupo de estas obras, las espirituales, que también son  siete. Éstas van dirigidas especialmente al interior de las personas y buscan “restablecer” la comunión verdadera entre los hombres y así crear  una humanidad fraterna.
Como se dijo en enero, estas obras no necesitan explicación pues son “obras” concretas que todos podemos comprender y realizar.

1. Enseñar al que no sabe.
2. Dar buen consejo al que lo necesita.
3. Corregir al que yerra.
4. Perdonar las injurias.
5. Consolar al triste. á
6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo
7.  Rogar a Dios por los vivos y los difuntos.

Para profundizar este tema,  leer el Catecismo de la Iglesia Católica nº 2447