Hermanos:
Quisiera detenerme ahora en una fecha importante de
este mes: el 2 de noviembre,
Conmemoración de los difuntos.
Este último tiempo, durante mi estadía en Gavardo, mi
pueblito, pude ver cómo se rinde allí el culto a los muertos: son tres días de
duelo, vigilia fúnebre, funeral (misa de exequias), visitas al cementerio, el
cuidado del mismo. Paralelamente, la propia palabra “conmemoración” nos dice
mucho: hacer memoria, hacer presente a todos aquellos que nos han precedido en
este mundo terreno. En ambos casos, este es el pensamiento de la Iglesia ya que
“hacer memoria” es muy importante y está relacionado con la Fiesta del 1º día
del mes, Día de todos los Santos.
Pero, ¿por qué? Veamos un ejemplo de la naturaleza: la
planta. En una planta hay elementos que se ven y otros que no se ven. Los que
se ven se pueden tocar, oler, manipular, los tenemos a la vista. No obstante,
también hay otro elemento, que no se ve y sin el cual la planta no existiría ni
se desarrollaría: las raíces. Éstas
tienen una función muy importante, indispensables para la planta: alimentarla,
hacerla vivir y trasmitirle su ADN, ya que todas las plantas no son iguales.
Así es nuestra vida: no podríamos existir sin raíces;
no seríamos lo que somos si no estamos unidos a nuestras raíces; no tendríamos
nuestro ADN (humano o religioso); no creceríamos según el proyecto de Dios. Las
raíces son fundamentales y necesarias para alimentar pero también para crear
seguridad en la planta; ellas nos hacen fuertes para que no sucumbamos con las
tormentas de la vida; con ellas nos sentimos ancorados en un suelo fuerte.
Por eso es importante “hacer memoria” de nuestras
raíces: nuestros difuntos. Ellos están vivos y nos alimentan, fortalecen y se
nos ofrecen como modelos. Su función ahora es interceder por nosotros,
recordarnos al Padre, y ayudarnos a caminar, creciendo en este mundo
transitorio. Así, nos ayudarán a apuntar hacia el cielo pues ésta es la
aspiración de toda planta, buscar el sol…
Finalmente, nuestros difuntos nos ayudarán en algo
fundamental: a prepararnos, fortaleciéndonos y purificándonos, a convertirnos
un día en “raíces” para otros, los de nuestras familias, los de nuestra
Comunidad, los de nuestro círculo de relaciones. Por eso, esta Conmemoración no
es solo mirar hacia atrás, es también un mirar hacia adelante. Y festejando el
1º a todos los Santos, estamos festejando y gozándonos de todos nuestros
difuntos.
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