viernes, 17 de marzo de 2017

CUARESMA: RENOVAMOS NUESTRO BAUTISMO



En este tiempo de Cuaresma buscaremos profundizar nuestras concepciones sobre el Bautismo que hemos recibido ya que este Sacramento implica el comienzo de una nueva realidad para todos los cristianos.
Antiguamente, durante este tiempo de Cuaresma, los catecúmenos mayores se preparaban intensamente para conocer bien el significado de lo que aceptarían en la noche de la Pascua: los Sacramentos de la Iniciación Cristiana; paralelamente, se realizaban los escrutinios. Por eso, es bueno que también nosotros reflexionemos sobre lo que ha sucedido al momento de haber sido bautizados: conociéndolo lo podremos vivir mejor. Con este propósito, están todos invitados a participar de la Liturgia los días viernes a las 20 hs. en el Templo parroquial.
Los temas propuestos son:
1º Los signos en el Sacramento del Bautismo: el 10 de marzo
2º El bautismo borra el “Pecado Original”: el 17 de marzo
3º El Bautismo nos comunica la vida divina: el 24 de marzo
4º El Bautismo nos introduce en la Iglesia, la Familia de Dios, el Pueblo de Dios: el 31 de marzo

    5º Celebramos la Reconciliación que es un volver al Bautismo: el 7 de abril

jueves, 16 de marzo de 2017

LAS OBRAS DE MISERICORDIA



            ¿Qué son? Son aquellas con las que se socorren las necesidades corporales o espirituales de nuestro prójimo.
Las principales obras de misericordia corporales son:
·        Visitar y cuidar a los enfermos
·        Dar de comer al hambriento.
·        Dar de beber al sediento.

·        Dar albergue al peregrino.
·        Vestir al desnudo.
·        Visitar a los presos.
·        Enterrar cristianamente a los difuntos.

Las principales obras de misericordia espirituales son:
·        Enseñar al que no sabe
·        Dar buen consejo al que lo necesita
·        Corregir al que se equivoca.
·        Perdonar al que ofende.
·        Consolar al que está solo y triste.
·        Soportar con paciencia los defectos del prójimo

·        Recordar a los difuntos y rezar por los vivos.

martes, 14 de marzo de 2017

¿CÓMO ESTÁ ESTRUCTURADA LA MISA?

La Misa no es un capricho de la estructura eclesiástica: ya desde el Antiguo Testamento funda sus raíces en el Pueblo Judío, teniendo como telón de fondo la liberación del Pueblo de la esclavitud de Egipto (aunque se podría ir más atrás en circunstancias históricas).




La celebración de la Santa misa tiene dos momentos esenciales y una conclusión:
1.       La celebración de la Palabra
2.       La celebración de la Eucaristía o Acción de Gracias
3.       La Comunión
El Concilio habla de las dos mesas de la celebración: la mesa de la Palabra (en el ambón) y la mesa de la Eucaristía (en el altar)

1. La Celebración de la Palabra: como enseña el prólogo de San Juan (Jn. 1,1 ss), la Palabra es identificada con Jesús, que existía desde siempre, que es Dios, etc. Es el principio y el origen de todo y, por eso, la celebración de la Misa comienza con ella. Mateo, al finalizar el capitulo 7 (y las Bienaventuranzas) nos dice que “el que escucha y practica la Palabra es el hombre sabio y prudente que edifica su casa sobre la roca”. Este momento está preparado por la celebración penitencial y la alabanza a Dios. Básicamente, la celebración de la Palabra es la escucha (con el oído y el corazón) de las lecturas, ya sea la del Antiguo o la del Nuevo Testamento, pero muy especialmente, consiste en la escucha atenta del Evangelio de Jesús y la actualización de estas lecturas por medio de la homilía.
     Este momento de la misa concluye con el compromiso del cristiano y de la Comunidad frente al don de la fe recibida por medio de la proclamación del “credo” (yo creo) y las intenciones, que tienen como objetivo pedir por la Iglesia, por la sociedad, por los acontecimientos que nos aquejan, por las intenciones particulares de la familia cristiana y de la comunidad a la que pertenecemos.

2. La Celebración de la Eucaristía: Dice el apóstol: “La Palabra se hace carne” (Jn. 1,11), es decir, en este sublime momento de la misa la Palabra se hace Sacramento (signo visible y eficaz de la presencia de Cristo). La Eucaristía tiene una preparación, el ofertorio, mediante la cual se presentan los dones de Pan y Vino, signos de nuestra humanidad que, brindados a Dios, resultan la expresión del ofrecimiento de nuestra propia vida para ser convertida.
Con el Prefacio se da la Eucaristía (Acción de Gracias). Aquí se invoca al Espíritu Santo para que convierta el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, esto es, para que se cumpla el relato-actualización del gesto de Jesús en la última Cena. Inmediatamente, con la Aclamación: “Este es el Sacramento de nuestra fe”, se nos indica que el corazón de la fe cristiana es la muerte y la resurrección de Jesús. La Acción de Gracias implica el gesto de Jesús que se ofrece por nosotros y la oración por la Iglesia, su familia para que viva unida y en el Amor entre todos sus miembros. Es la unión con nuestros hermanos que nos precedieron en la fe y que ya gozan en Dios la vida eterna, de modo que, junto a María, a San José y a todos los que ya están en compañía divina, nos ayuden en nuestro caminar cristiano hasta que podamos alcanzar el Reino Eterno. La celebración de la eucaristía se cierra con las palabras: “Por Cristo, con Cristo y en Cristo a ti Dios Padre omnipotente todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén”.


3. La Comunión: es la conclusión con la que nos unimos a las dos primeras partes de la Celebración. Recibimos a Jesús y a nuestros hermanos, y renovamos, comprometiéndonos fervientemente, la Alianza (de continuar construyendo la vida cristiana en nosotros y a nuestro alrededor. (revisar el punto 2, celebración de la Eucaristía).

lunes, 13 de marzo de 2017

Balance 2016


Queridas familias:

Comenzamos el “Tiempo de Cuaresma” y el buen Dios nos ofrece otra oportunidad para nuestro crecimiento en la vida cristiana. Este periodo de preparación constituye asimismo la ayuda divina que nos permite vivir su proyecto enriquecidos por la Pascua, que es, precisamente, el objetivo final de la Cuaresma. Son cuarenta días de preparación interior: ¿estamos entonces dispuestos a vivirlos con intensidad? Es importante que reconozcamos que la preparación no pasa por cumplir actividades extraordinarias, sino más bien por desempeñar acciones ordinarias realizadas con fidelidad, compromiso, constancia, apertura… Pero, ¿sobre qué cosas?: pues bien, sobre la Palabra de Dios, animándonos a darle un lugar privilegiado en la vida diaria, adentrándonos en ella; y sobre la Misa dominical, siendo fieles a ella, sabiendo que no es solamente un relacionarnos con Jesús, sino también, como venimos diciendo, con los demás creyentes que participan.
Por otra parte, en el marco de la preparación cuaresmal, todos los viernes reflexionaremos sobre “nuestro Bautismo” (ver más detalles en este boletín en el artículo “Cuaresma: renovamos nuestro bautismo”) y nos enriqueceremos con la participación activa en las fiestas de este mes: el día 16, con la del Cura Brochero, recientemente reconocido como el Santo local que nos enseña a ser evangelizadores; el lunes 20, con la de San José (Protector de la Iglesia), a quien le pediremos nos proteja frente a la mundanidad; y, finalmente, el día 25, con la Fiesta de la Anunciación a María y la Encarnación del Hijo de Dios, en la que reviviremos el Amor de Dios que nos envía a su Hijo y la actitud humana de María (que consiste en la aceptación de la Virgen ante la propuesta divina aún contras las costumbres y la mentalidad del aquel momento, entrega mariana que es un ejemplo a seguir también en nuestro tiempo).
La acción cuaresmal se efectiviza además al vivir (al hacer experiencia concreta) las obras de Misericordia, de esta manera, el Año que pasamos no quedará en el olvido, sino, por el contrario, se convertirá en el motor que nos impulse a abrirnos a los demás (para esto revisar en detalle, en este boletín, las catorce obras de misericordia en el artículo “Las obras de misericordia”).
Por último, la Cuaresma tendrá su momento culminante con la Celebración Penitencial antes de la Pascua para dejarnos inundar por la misericordia del Padre y así renovar el arrepentimiento y el “propósito” de vivir cada vez con mayor seriedad -el proceso no se termina nunca- los dones recibidos de la fe, la esperanza y el Amor compartidos.
En fin, como decía y vivía Santa Teresita, experimentar auténticamente la Cuaresma implica “vivir lo ordinario de una manera extraordinaria”. Está en cada uno de nosotros aceptar la propuesta de Dios y vivirla con la seguridad que Él realizará en nosotros lo que se propone: ofrecernos nuevamente la Salvación y sus consecuencias a través de la muerte y resurrección de su Hijo.
¡Qué la “oración” sea la levadura con la que amasamos este tiempo de Cuaresma!

Que Dios nos bendiga y nos acompañe