Queridas
familias:
Estamos
en el Tiempo Cuaresmal y en el mes de la SEMANA SANTA.
En este Año de la Fe el acontecimiento Pascual
tiene que resplandecer más que nunca, puesto que es el “misterio central de
nuestra fe”. Sin vivir este acontecimiento, decía San Pablo, “vana es vuestra
fe”. Es por eso que el tiempo cuaresmal es una invitación a conocer el contenido de nuestra fe, a purificarla volviendo a lo esencial
(los acontecimientos de la Pascua );
a acrecentar la fe y vivirla conducidos por el Espíritu
Santo. Es todo un programa, especialmente para los cristianos. No tengamos
miedo de meternos en él ya que como decía el apóstol Pedro: “Señor, a quien
iremos, tú solo tienes palabras de vida eterna”.
Les
decía que los acontecimientos Pascuales: Pasión, Muerte, Resurrección y
Pentecostés, son el corazón de la vida cristiana, de nuestra fe. Y ellos nos
motivan para vivirla. Todo lo demás se halla en función de estos
acontecimientos, incluida la Navidad. De
modo que hoy más que nunca es importante interiorizarnos de la Pascua y descubrir en los
gestos y palabras de Jesús (en aquella, su última cena) que ella se renueva
semanalmente en la
Celebración Eucarística , con la misma eficacia de hace dos
mil años, como único acontecimiento que se perpetúa en el tiempo.
También
es bueno recordar que en la
Pascua , con sus sucesos, nace la Iglesia (comunidad de fe)
y que ella es inseparable de su Maestro. El corazón y el sentido profundo de la Pascua están centrados
sobre todo en el “lavatorio de los pies”, signo de entrega y preocupación por
el otro. Sería bueno leer esa narración en San Juan 13, 1-15
Por
todo lo dicho, celebrar la
Pascua implica el compromiso de vivirla tal como lo hicieron
los primeros discípulos y las primitivas comunidades cristianas.
Sin
querer marcar aspectos negativos podemos decir que hoy la Pascua , para la mayoría de
los cristianos, es otra cosa. Y aquí está la misión evangelizadora de los que
nos decimos cristianos. Aunque más no sea anunciando, allí donde vivimos, lo
que ella es e implica con palabras y con el testimonio.
No
desaprovechemos esta oportunidad que Jesús nos ofrece. Y si de veras creemos
que Él es el que da sentido a nuestra vida, vivámosla con generosidad, apertura
y compromiso.
Que
Dios los bendiga.