viernes, 18 de mayo de 2018

La Comunidad se fundamenta en la fe y transmite la fe

Al hablar de Comunidad de fe, estamos incluyendo dos rasgos esenciales: primero que se trata de una “comunidad de fieles”, es decir una comunidad cristiana para lo cual es indispensable la fe en Jesucristo. No hay comunidad si no hay adhesión a Jesucristo. Recordemos que la fe es un don gratuito de Dios que nos llega por medio de la predicación, el anuncio de alguien: “la fe nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo” (Romanos 10,17)
Segundo,   que la Comunidad tiene como tarea evangelizadora el transmitir y educar la fe de sus miembros, porque ella es el “ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe”: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia (el Evangelio) a toda la creación” Mc. 16,15 y directorio general de catequesis, 257.
Podemos entonces decir que la Comunidad la integran los bautizados, que confiesan el mismo Credo y comparten la misma Mesa de la Palabra y del Pan” (Dei Verbum 21).
La fe es entonces el factor constituyente de la Comunidad Parroquial. Conviene dejar muy en claro que ningún otro factor social, psicológico, doctrinal, etc. define la naturaleza de la parroquia. Ésta está integrada por los que tienen fe y, a su vez tiene la misión de transmitir la fe. ¡Tarea importante de evangelización!
Si la fe es clave para vivir el sentido de comunidad y participar en ella, revitalizarla, profundizarla, hacerla operativa en el compromiso es fundamental que ella sea una comunidad cristiana. Sin esa fe la comunidad queda devaluada como comunidad eclesial, prevaleciendo más lo sociológico que lo espiritual.
Es por ello necesario “que todos volvamos a descubrir por la fe, el verdadero rostro de la comunidad cristiana, o sea el “misterio” mismo de la Iglesia presente y operante en ella” (Christifides Laici 26). La fe es la llave que nos introduce en el misterio trinitario de Dios y de su obra salvadora, presente en la Iglesia.
La revitalización de la Comunidad parroquial, conlleva que quienes la integran redescubran la fe, sean conscientes que es la fe de la Iglesia (y no la propia) y vivan en coherencia con ella.
De hecho, lamentablemente, la fe de muchos de los fieles está desvirtuada, poco integrada en comunidad y muy lejos de influir en la vida. Así se expresaba Juan Pablo II: “grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio” (Novo Millenio Ineunte 40). Frente a esta realidad la respuesta pastoral en la comunidad no es otra que poner el acento evangelizador en la educación de la fe de los fieles.
Así también se expresaba Juan Pablo II: “Las identidad cristiana exige el esfuerzo constante por formarse cada vez mejor, pues la ignorancia es el peor enemigo de nuestra fe. ¿Quién puede decir que ama de verdad a Cristo, si no pone empeño por conocerlo mejor?”
Es importante, que ante dicha situación, personalizar la fe en Alguien, que es Jesucristo, y de alguien, que es el “cristiano”. Tomar conciencia del seguimiento a Jesucristo. La Comunidad cristiana es la comunidad de discípulos.
La Comunidad está llamada a anunciar y desarrollar este perfil de cristiano: el seguimiento a Jesús, el ser su discípulo.
“No se comienza, dice el Papa, a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus  Caritas Est,1)
En segundo lugar, la Comunidad es –por naturaleza y misión-  transmisora de la fe, y por lo tanto su naturaleza es evangelizar en orden a despertar la fe y facilitar el crecimiento en ella. La comunidad ha de asumir tanto el primer anuncio –dada la falta de evangelización de sus fieles-, como la actividad catequética. Recordemos lo que el Papa Francisco decía a los del movimiento neocatecumenal en la Plaza S. Pedro: “hay que evangelizar a los bautizados no cristianos…”
El ministerio de la Palabra es una tarea urgente. Nos enseña S. Pablo: “El hecho de predicar no es para mí un motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mi si no anuncio el Evangelio!” (1 Cor. 9,16).
También nos dice el Papa: “Alimentados de la Palabra para ser servidores de la Palabra en el compromiso de la evangelización, es indudablemente una prioridad para la Iglesia al comienzo del nuevo milenio” (Novo Millenio Ineunte 40). “Allí donde no se forma a los fieles en un conocimiento de la Biblia según la fe de la Iglesia, en el marco de su Tradición viva, se deja de hecho un vacío pastoral, en el que realidades como las sectas pueden encontrar  terreno donde echar raíces…”. (Directorio General de Catequesis 257). Y de hecho vemos que es así.    
La Comunidad ha de revalorizar la Iniciación cristiana, en su dimensión catequética, y todo proceso catecumenal, de forma que se garantice la educación integral en la fe (Catechesi tradendae 20).
La Comunidad ha de autoevaluarse, con realismo, sobre la valoración pastoral que da a la “educación de la fe”, esto es, qué tiempo, personas y recursos dedica a tal fin. Esta prioridad de la pastoral de la comunidad parroquial exige el “consagrar a la catequesis sus mejores recursos en hombres y energías, sin ahorrar esfuerzos, fatigas y medios materiales…” (Catechesi tradendae 15).


Carta de presentación

Nos estamos preparando para el Jubileo de nuestra Comunidad Parroquial. Es un hito muy importante en el camino de la vida cristiana.
Nuestra Comunidad tuvo su momento de inicio con los Salesianos, esto no lo podemos olvidar. Fue un momento muy importante y que puso las bases para que en el 1969 iniciase su camino diocesano. Hacer memoria es importante para construir el futuro. Nunca olvidar o desmerecer el origen…
Tampoco podemos pretender que “comenzaremos de cero”. Estos últimos 50 años fueron y son importantes para nuestra vida Comunitaria. Tampoco los podemos minimizar u olvidar. Son parte de “nuestra historia”. “Un pueblo sin memoria, no tiene futuro”. Esto lo sabemos… Y lo mismo podríamos  decir de nuestra Comunidad parroquial. Por eso es bueno preguntarnos ¿cómo llegamos hasta aquí? y bucear en el pasado…, conocer nuestra historia.
No hacemos “borrón y cuenta nueva” y comenzamos nosotros. ¡No! Los tiempos han cambiado, nosotros también y entonces tenemos que volver a las fuentes para continuar el camino, hacer una nueva etapa.
Antes que nada, para no equivocarnos y caminar con seguridad tenemos que mirarnos en el Evangelio o Nuevo Testamento. Es el fundamento, la novedad. Jesús es ese Evangelio; y Él es “camino, verdad y vida”.
Luego ver cómo ese Evangelio se encarna en las distintas épocas de nuestra historia con sus aciertos y errores. ¡Somos también humanos! Por eso además del Evangelio, nos tenemos que mirar en las enseñanzas de la Iglesia que como “madre y maestra” nos va guiando. ¡Esa es su responsabilidad!
Es así que en estos meses que vienen, comenzando con éste de abril, donde celebramos la Consagración de nuestro Templo, signo de la “casa familiar” y la Fiesta de nuestro Patrono S. Jorge, les iré presentando algunos aspectos o “el Perfil de una Comunidad Parroquial”. Es para la reflexión personal y familiar por ahora; más adelante lo haremos comunitariamente. Veremos la forma. Pero ahora es bueno concientizarnos sobre estos distintos temas que son los que nos tienen que orientar y unificar.
Quiero hacer una aclaración: son temas que se conocen y los fui adaptando. La diócesis de Hueva en España, los hizo suyos para esta etapa de “La Nueva evangelización”. Por eso los podemos aprovechar… También una parroquia de Lanús los aprovechó para relanzar su Comunidad. Es un elemento importante para no desaprovechar en esta nuestra Preparación.
Es mi deseo que aprovechemos estos temas y todos los que nos sentimos parte de esta familia cristiana pongamos un poco de interés y entusiasmo para hacerlos nuestros en bien de todos.
Por último: yo no tengo los mails de muchos. Por eso les pido si ustedes saben que esto le puede interesar a otras personas de de nuestra Comunidad, se lo trasmitan. Gracias
Recordemos lo que Jesús nos dijo: “Busquen el Reino de Dios y su justicia, y todos lo demás se les dará por añadidura”.
Darío